Buenas tardes, Soffy.

Hace mucho tiempo que no pertenezco a este sitio. La verdad, quizás nunca lo hice. Creo que nunca he tenido un lugar al que pertenezca de verdad, sea físico o virtual. Pero eso no importa ahora. No me pone triste tampoco. No es el motivo de por qué te escribo esto.

Sé que en el pasado te herí por mi inmadurez, y es algo que siempre lamentaré. No pude darte lo mejor de mí como persona, y eso me entristece, porque mereces lo mejor. Siempre serás digna de solo lo bueno. Y desearía habértelo podido dar, pero era muy inmaduro, estaba mal, y por eso te dañé. Tomo toda la responsabilidad, no dudes de ello.

No necesito que me disculpes o perdones. Recuerdo lo mucho que te enojaste cuando te hablé por última vez, y temo generarte otro disgusto ahora. Pero mi corazón me dice que te escriba.

Respecto a lo previo, tampoco espero que mis palabras tengan alguna importancia o peso cuando las leas. Sin embargo...
Quiero decirte que, aunque no hablamos hace más de un año, aún te tengo en mi mente cada cierto tiempo. A veces pasan meses en los que sigo mi vida y de repente apareces en mi memoria.

Sé que tú eres la única dueña de tu suerte y destino. Pero quiero que sepas que cada vez que surges entre mi mundo interno, te rodeo de luz dorada, y deseo que tu camino sea de flores; que vivas cada vez más en paz.

No fui capaz de ser el mejor hombre que pude haber sido para ti. Mas quiero que sepas que he trabajado mucho en mi salud mental y emocional. Ha sido un camino tortuoso. Pero me ha ayudado mucho y he crecido como persona.

Y me atrevo a decir que tengo la certeza; que sé que ahora tú debes ser aún más genial de lo que ya eras en ese entonces en el que nos conocimos.

¿El motivo de por qué te escribí esto? Hoy mi corazón te buscó de una forma nueva, desde otra perspectiva. Y al encontrar este medio para hablarte, mis latidos del presente se volvieron letras

No sé cómo vayas a reaccionar. No necesitas responder, después de todo, yo ya no pertenezco a este mundo, pero quería decirte que alguien, a kilómetros de ti, cada vez que te piensa te rodea de luz dorada y desea que sólo estés bien.

Con estima,
un nombre que tal vez ya hayas olvidado.

Pielsolar, errante de sueños,
te forjaste un refugio en lo irreal,
dibujaste con hilos dorados
un alma de lluvia y mar.

Tu reflejo en ojos tristes,
su cabello de luz,
fue un puente tendido al alma
donde aprendiste a ser tú.

No sé si enseñas o aprendes,
si guías o sigues el sol,
pero en esta senda inventada
hallaste un eco y calor.

No temas perderte en sus sombras,
ni en la niebla que a veces te cubre,
pues Fakeland es solo un susurro
del mundo que late y que sube.

Disfrútalo, tómalo en calma,
deja que pinte tu piel,
que cada retazo de historia
te ayude a crecer.

Y cuando regreses al día,
cuando el alba te vuelva a llamar,
que la dicha de haberlo vivido
te enseñe a brillar de verdad.