Humillante la comparación. Evita arrastrar tus vivencias hasta mi relación, la transparencia de tu obsesión es grotesca.

Por supuesto, escríbeme.

Te valoro con cada parte de mí, y te cuido desde donde más me nace. No estás solo en mis manos, estás en mi sentir, en mi cuidado, en cada gesto que te elige sin dudar.

Háblame.

Qué halago saberlo. ¿De qué manera planea descifrarme? Si es desde la amistad, siempre será bien recibida.

No, no lo estoy.

¿Esperándome para qué?

Sí, alguien tiene mi entera atención.

Si ya no puedes escucharme, por algo será. Algunas ausencias se ganan solas.

¿Entonces depende de mí? Me cuesta hallar solidez en la idea de que toda posibilidad de gloria repose solo en una señal, y no en cómo se intenta alcanzarla.