Buenas noches, mi dulce melodía. Hoy, por primera vez, reúno el valor para manifestarme, aunque en el fondo sé que he llegado tarde. Demasiado tarde. Hace ya algún tiempo apareciste en mi tl como una nota suave entre el ruido cotidiano, y desde entonces no he podido dejar de escucharte en silencio.

Hay algo en ti que me atrapó de inmediato. No sé si fue tu forma de ver el mundo con esa chispa tan tuya, o esos ojitos brillantes que parecen contener universos enteros. Algo, sin duda, hizo eco en mí.

No voy a fingir que esto no me duele. Me siento devastada. Pasé noches enteras imaginando cómo acercarme, repasando palabras, construyendo puentes invisibles entre tú y yo. Pero mi timidez fue más fuerte que mis ganas, y el tiempo, cruel como siempre, no esperó por mí.

Ahora veo que tu corazón ya tiene nombre. Que tus pensamientos vuelan hacia otra mujer. Y aunque no tengo derecho alguno, no puedo evitar sentir esta punzada de celos, este pequeño dolor que me recuerda lo que nunca fue.

Mi linda melodía, solo me queda desearte lo mejor. Que tu amor florezca, que seas feliz con ella, que rías con la misma intensidad con la que alguna vez me hiciste sonreír a través de una pantalla.

Yo me quedaré aquí, en la penumbra de este cariño silencioso, observándote desde lejos, como quien contempla una estrella fugaz que jamás podrá alcanzar. Y aunque me lamente por lo que no dije a tiempo, seguiré escuchándote en silencio, siendo tu sombra más discreta y tu admiradora más sincera.

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