Creo que los tres tienen poder, solo que lo manifiestan de formas distintas. El amor puede transformar, sanar y mover a las personas a hacer cosas impensadas porque es una fuerza que construye. La curiosidad, en cambio, impulsa a descubrir, a crecer, a mirar más allá de lo evidente. Es lo que nos mantiene despiertos y en movimiento.

Y el miedo… aunque suele verse como algo negativo, también tiene su poder: puede protegernos, hacernos conscientes de nuestros límites, o incluso empujarnos a superarlos. Creo que los tres son motores del alma, y que su equilibrio es lo que nos hace humanos. Amar, tener miedo y seguir preguntándonos son, al final, distintas formas de vivir.