Por supuesto.
No ando con la brújula apuntando hacia ello, pero si la vida me pusiera frente a una mujer que encendiera mi interés, con gusto me dejaría llevar por la intriga y ver hasta dónde nos conduce la aventura.

Y yo le exijo al de arriba para que tu presencia jamás se aparte de mi camino, que la virtud que llevas de erigir seguridad y fortaleza incluso en los abismos más implacables permanezca como nuestro escudo inquebrantable y nuestra certeza eterna. Que todo en ti se convierta en fuerza, en temple, en destreza y en esa esperanza irrevocable de que las oportunidades existen y esperan a quien se atreve a reclamarlas. Y que sepas, con la claridad de una promesa, que mi amorsote por ti no es pasajero ni común, sino un lazo firme que atraviesa el tiempo y se ancla en lo más profundo de mi ser. ♡

Digamos que hubo una situación en mi vida que me obligó a leer con más juicio, a hablar con más precisión y a pensar con más hondura. Descubrí que no basta con sentir, hay que saber. No me volví intelectual por azar, sino porque la vida me exigió serlo… y yo acepté.
Simplemente se me presentó el explorar el mundo con un propósito más claro y un filtro más exigente.

Te lo agradezco… aunque sospecho que tu deseo lleva un matiz distinto. En cualquier caso, procuraré que mi felicidad sea tan notoria que incluso las miradas menos entusiastas no puedan ignorarla.

No diría que me gusta… porque sería reducirlo. Digamos que su mera aparición desordena mi lógica y compromete mi habitual imparcialidad.

Antes de poder confirmar o refutar tus palabras recientes, necesitaría conocer la identidad de quien se oculta tras ellas.

Ah, caray... solo una persona solía dirigirse a mí con ese apelativo, y dudo que, tras tanto tiempo, seas el mismo. Si acaso lo eres, manifiéstate en mis mensajes. El corazón me clama por saber quién aún me guarda cariño.