Afable velada para ti. Me intriga saber qué individuo resuena en tu memoria al visualizarme.
Respecto a tu interrogante, me atrevo a responder afirmativamente: pertenecí y aún pertenezco a dicha plataforma.

Soltero, sí; aunque no experimento afinidad afectiva ni romántica hacia personas de mi mismo género.

La timidez puede ser tanto una pausa como un lenguaje en sí misma. No la veas como un obstáculo: muchas veces, el gesto más sutil es el más honesto. Mis días suelen transitar caminos sobrios: redescubro artistas, visito películas queridas o simplemente me dejo abrazar por la brisa nocturna y una melodía grata.
Ojalá también compartas lo que hoy te acompaña —o lo que acompañe el momento en que leas estas palabras—.
Que tu noche sea plácida. Los buenos deseos, si son sinceros, siempre encuentran eco.

A decir verdad, me resulta complejo definir con precisión la naturaleza estilística de las ediciones que realizo. Algunos juicios externos han oscilado entre nociones de minimalismo y trazos que remiten a una estética moderna.

No son palabras que suelan despertarme orgullo, mas representan una verdad que me define: tengo una tendencia marcada al retraimiento, a la dispersión cognitiva y a la ausencia prolongada. Tales hábitos explican la demora en mis respuestas. Si tu interés permanece, quisiera dejar constancia de mi apertura, con las reservas propias de estos aún en proceso de depuración. Tal vez, con tiempo y fortuna, la dinámica logre afinarse.

Anticipo una disculpa por el evidente desfase temporal en contestar. Sin embargo, me honra sobremanera que las modificaciones por mí realizadas sean contempladas con tan positiva valoración. En lo relativo a la tonalidad, esta ha sido históricamente una constante dentro de mis preferencias estéticas; que su impacto sea objeto de elogio en mi persona, me resulta notablemente reconfortante.

Así es.

Tengo ya el lugar perfecto donde guardar esa recomendación; quien vive con la música a flor de piel sabe lo que eso significa.

El agradecimiento se queda corto.

Últimamente fluctúo entre varios sobrenombres. «Espectro» es el que mejor me ajusta: ausente, pero siempre presente.

Así, breve, para no saturarte con detalles.

Arriesguémonos a lo incierto, a lo que nos espera sin anunciarse. Podemos compartir tiempo, palabras y una taza —de café, en mi caso— sea bajo el cielo diurno o en la intimidad que la luna otorga.
Dejo eso a su elección.