Los domingos son para abrazar(se) y perdonar(se) por aquellos errores que hemos cometido en medio de la ignorancia que traemos con existir. También son para dars(se) consuelo por aquellas vivencias que han dolido y que han pesado de más, por aquellas en las que no terminamos de encontrarnos.

Los domingos son para sentarse con uno mismo, abrazarse y darse el reconocimiento que uno se merece. Aceptar que se sigue aquí sin importar si uno quiere o no.